El rey del Carnaval
“Amasías hizo lo que agrada al Señor, aunque no de todo corazón.”
2 Crónicas 25:2 NVI
¿Por qué el rey del carnaval? Porque le gustaba la actuación y las apariencias. Era un rey más interesado en su propia conveniencia. Si le convenía ser espiritual, lo era. Si le convenía mantener al pueblo contento, lo hacía. Esto, en una palabra, es hipocresía.
Cuando las escrituras declaran que Amasías hizo lo que agrada al Señor, pero no de todo corazón, está dando a entender que, si bien no inclinó su corazón a dioses paganos ni indujo al pueblo a hacerlo (al principio, al menos), no amaba al Señor con todo su corazón, alma, mente y fuerzas.
¿Qué pasa cuando no somos sinceros y comprometidos al 100 por ciento al Señor? Tarde o temprano, lo que hay en el interior nuestro, sale a la luz. Ya sea en los momentos de crisis, o en momentos de necesidad, o en los momentos de triunfo, nuestro interior es revelado por las decisiones, palabras y acciones nuestras. Es por eso que la Biblia dice: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él..." (Proverbios 23:7). Y vivir así trae consecuencias funestas, y eso termina traicionándonos.
Una vez Amasías fue a la guerra y contrató por mucho dinero a soldados del reino del Norte (2 Crónicas 25:6), y Dios envió a un profeta a decirle que no los usara. El rey Amasías le dijo al profeta —¡pero si ya les pagué una gran cantidad de dinero!— (vs9), a lo que el profeta le respondió —si lo que te preocupa es el dinero, Dios te lo recuperará—. Y el rey pensó dentro de sí —ah bueno, así pues si. No pierdo nada—. Eso es conveniencia, eso es actuar solo por interés.
Al regreso de su campaña contra sus enemigos edomitas, a quienes derrotó, (Dios le mostró que si era obediente, le daría la victoria), tomó los dioses de sus enemigos y los trajo consigo —como sus dioses— ¡y los adoró! (vs 14).
El profeta vino a reprenderlo, pero Amasías amenazó al hombre de Dios, quien se limitó a decir que entonces Dios había resuelto destruirlo.
Finalmente, en vez de oír la voz de Dios por medio del profeta, el rey oyó la voz de otros, y fue a hacer guerra contra el rey del Reino del Norte (Israel), perdiendo la batalla, para regresar avergonzado a su país, donde tiempo después sus mismos servidores tramaron una conspiración contra el y lo mataron.
¿Qué aprendemos de todo esto? Sabemos que las apariencias engañan. Y vemos en la vida de Amasías, que las apariencias no llevan a un lugar seguro. Las apariencias solo nos llevarán a un lugar incierto, donde nuestra fe y nuestra vida fracasarán.
Se sincero ande Dios. No puedes burlarte de él. Recuerda que "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6:7).
Somos advertidos que si somos tibios, Dios nos rechazará (Apocalipsis 3:16).
Adórale en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren (Juan 4:23-24).
Somos llamados a amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37).
Pídele a Dios ser lavado en tu corazón, mente y conciencia (Hebreos 10:22). Que te de una fe no fingida (2 Timoteo 1:5) y un corazón sincero ante Él.
¿Por qué gastar tu vida con apariencias, como si de estar en un carnaval se tratara? Somos hijos del Dios Altísimo, y es un gran privilegio se llamados así.
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